El principio de protección de los cascos a prueba de balas se basa principalmente en el mecanismo de absorción y dispersión del material de la fuerza de impacto. Cuando un casco es impactado por una bala o metralla, su concha y forro (o almohadillas) trabajan juntos para dispersar y absorber la energía del impacto.
La carcasa generalmente está hecha de materiales de alta resistencia, como placas de acero o aleaciones de titanio. Estos materiales pueden dispersar la fuerza de impacto a toda la superficie del casco, reduciendo el impacto directo de la fuerza de impacto en la cabeza a través del proceso de deformación elástica y rebote. Este mecanismo de dispersión ayuda a reducir la presión localizada en la cabeza, reduciendo así la posibilidad de lesiones.
Los revestimientos (o almohadillas) generalmente están hechos de blindaje compuesto o materiales poliméricos. Cuando se produce un impacto, el revestimiento es capaz de absorber la energía de impacto comprimiendo y deformando. Este mecanismo de absorción reduce aún más la fuerza del impacto en la cabeza y mitiga el daño al cerebro.
En términos generales, el principio de protección de un casco a prueba de balas es dispersar y absorber la energía del impacto a través de la acción conjunta de la carcasa exterior y el forro, reduciendo así el daño a la cabeza. Este mecanismo permite que los cascos a prueba de balas protejan eficazmente la seguridad de la cabeza del personal.